1.913
– 1.963
Bailaora.
Nació
en Barcelona, España.
Sus
padres, gitanos de pura raza, eran originarios de Granada. Fue la
segunda de once hermanos; José Amaya, El
Chino,
su padre, la llevaba a las tabernas donde bailaba descalza; su madre
era la bailaora Micaela Amaya Apenas levantaba u metro del suelo.
Sentada sobre una silla permanecía impasible y estatuaria., de
pronto, un brinco y la gitanilla bailaba.
Viajó
a París en 1.929, con su tía “La Faraona” y su prima María,
formando el
Trío Amaya,
y también triunfó en la tierra más difícil, Andalucía. Después,
vendría Madrid, su entrada en el cine de la mano de Buñuel y, de
pronto, cuando todo parecía ir irremediablemente bien, le sorprendió
la Guerra Civil. Carmen acostumbraba a rodearse de su familia. Con
ella cruzó la frontera y llegó a Lisboa. Apenas comenzó a bailar,
cambió su destino y un telegrama con una invitación la llevaría
hasta Buenos Aires. Cuando regresó, once años después, llevaba un
abrigo de bisón y era la bailaora gitana más famosa del mundo.
En
cierta ocasión, cuando el presidente de los EE.UU., maravillado de
su arte, le regaló una chaquetilla bordada con brillantes y
pedrería, Carmen la troceó y la repartió entre las mujeres de la
compañía. Allí el público la adoraba y fue necesario un camión
para transportar sus flores. En realidad, parecía mentira que
cuarenta kilos de peso, y metro y medio de estatura, pudieran armar
tanto alboroto sobre su escenario.
Se
casó con Juan Antonio Agüero, guitarrista de la compañía y payo,
el que decía que, su luna de miel duró desde que se casaron hasta
que Carmen murió.
C
uando
regreso a Barcelona, lo hizo para rodar Los
Tarantos,
con Antonio Gades. Carmen, al llegar, besó el suelo catalán.
Trabajo tanto que su esposo dijo que, de no haberla obligado a comer
y a dormir, se hubiera alimentado de cigarrillos y café.
Cuando
bailó frete a la reina de Inglaterra, el periódico recogió la
noticia:
Dos reinas frente a frente
Dramática
y violenta, cambió el baile flamenco. Su ejecución del redoble
hacia atrás y el taconeo, fue única. Cansada de viajar, compró una
casa en Bagur, Girona. No la disfrutaría mucho, y moriría allí, a
causa de una insuficiencia renal.
A la hora de su entierro, mientras
una multitud seguía al féretro, otra saqueaba su
casa. Sus pertenencias se convirtieron en reliquias en manos de los
gitanos. A continuación, como si el cielo se apiadara, llovió
durante veinte días seguidos.
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