502 – 548
Emperatriz.
Era la hija de un cirquero
llamado Acacio que poseía varios osos amaestrados, y no se sabe exactamente si
Teodora nació en la isla de Creta o en Siria. Acacio trabajaba en el hipódromo
de Constantinopla, donde era maromera y mimo. Dado que la profesión no era muy
bien vista para las mujeres, Teodora desde muy pequeña comenzó también a
ejercer el oficio más viejo del mundo para complementar los ingresos.
Se cree que Teodora perdió su virginidad
con un comediante llamado Filippo mientras esperaban tras bambalinas su entrada
al escenario. Entre los actos de Teodora estaba montar semidesnuda encima de
briosos corceles, y en varias ocasiones le ponían gansos salvajes a recoger
frutas y granos sostenidos por la muchacha en su entrepierna. Teodora parecía
no conocer el miedo, y esa característica habría de servirle de mucho en el
futuro.
A los 16 años,
Teodora se fugó del circo con un oficial. Ecebolo, su amante, la conservó a su
lado durante 4 años pero luego abandonó en Egipto. Al parecer el oficial tenía
serias dudas en cuanto a la paternidad del hijo que esperaba Teodora.
Desengañada y
triste, optó por refugiarse en la luminosa Alejandría, lugar en el que conoció
a Severo, líder de la secta cristiana de los monofisos, quienes creen que Jesús
no fue mitad divino y mitad humano, sino que le adjudican a Cristo
características completamente divinas.
Convencida sobre
esta doctrina, regresó a Constantinopla para trabajar como hilandera en un
taller cercano al palacio donde moraba Justiniano, sobrino del emperador
Justino y heredero del trono bizantino.
La casualidad quiso
que una antigua amiga suya amante del general Belisario (hombre de confianza
del futuro dignatario), la pusiera en contacto con las elites aristócratas. En
esos ambientes conoció a Justiniano, que quedó prendado por su belleza e
inteligencia. De inmediato se convirtieron en amantes y, a pesar de que existía
una ley que prohibía que la realeza y los nobles se casaran con prostitutas,
sirvientas o mujeres de orígenes dudosos. Tras haberseles negado en tres
ocasiones el derecho a casarse, sobre todo por intrigas de la tía de Justiniano,
la emperatriz Lupino, por fin pudieron contraer nupcias.
Tras la muerte del
emperador Justino, su pariente accedió al trono y con él su flamante esposa, de
27 años de edad.
Una vez que se vio
convertida en consorte del monarca, Teodora tomó cartas en distintos asuntos
concernientes a mejorar la calidad de vida de las mujeres del imperio
bizantino, influyendo en su esposo Justiniano para que codificara el derecho
romano en el "Corpus Juris Civilis". Inspiradas por ella aparecieron
leyes que defendían la igualdad de la mujer, el derecho al divorcio, la
prohibición de castigos por adulterio, el reconocimiento hacia los hijos bastardos
y la defensa de sus derechos de herencia, la imposición de penas para los
violadores, la posibilidad de abortar y la prohibición de la prostitución
forzosa. Además, se encargó de crear planes de rescate para jóvenes que habían
sido prostitutas, rehabilitándolas para otros oficios. También promulgó leyes
que permitieran que las mujeres pudieran ser propietarias y heredar sumas de
dinero o propiedades y además mejoró el sistema de atención a la salud femenina
Justiniano atendía
a los consejos sabios de su mujer, y pronto prefirió escoger asesores de origen
humilde, prefiriéndoles por encima de corruptos nobles. El rebelde Procopio
concibió un odio visceral en contra de Teodora, acusándole de adúltera y de
manejarlo a Justiniano como títere. Además, afirmaba que subyugaba a su pelele
marido recurriendo a toda suerte de malos trucos aprendidos en su oficio de meretriz.
Había sido
coronada junto a su marido un 4 de abril del año 527 y gozaba al máximo de su
poder. Es por eso que cuando se dio la revuelta de Nika, mostró de qué acero
estaba hecha. Dos grupos políticos, rivales entre sí, comenzaron un alboroto en
el hipódromo. Luego prendieron fuego a varios edificios gubernamentales y
proclamaron a un nuevo emperador. Justiniano y sus oficiales no pudieron controlar
a la muchedumbre, cuando Teodora se armó de valor, lanzó un discurso de la
importancia de un hombre que moría como líder por encima de la de otros que
vivían como cobardes, y la gente se conmovió. Justiniano dejó de actuar como
eunuco y se lanzó a atacar a los rebeldes con sus huestes. Unos 30 mil rebeldes
murieron en el Hipódromo, emergiendo Justiniano como victorioso en gran parte
por la valentía y el coraje de su hermosísima esposa.
Teodora impulsó el
embellecimiento de la ciudad de Constantinopla, erigiendo puentes y acueductos
además de 25 iglesias, entre ellas la de Santa Sofía, además protegió a los miembros de la secta
monofisita, llegando a instalar como patriarca de Constantinopla a un prelado
de esa secta. Fue una genuina reformista social y una verdadera mecenas del
arte.
En 548 se le
manifestó un incontenible cáncer de pecho que en pocos meses le arrebató la
vida, tenía poco más de 40 años Su cuerpo fue enterrado en la Iglesia del Santo Apóstol,
uno de los templos más espléndidos que ella y Justiniano habían mandado a
construir.
Que interesante, no la conocía. Un abrazo.
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